jueves, 14 de junio de 2012

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ÉL:

La miró por última vez a los ojos. Esos ojos pardos que le habían enamorado. Era su despedida, se tenía que ir. Él la entendía y no la guardaba rencor, no podía culpar la por querer cumplir su sueño. Su sueño era su vida: se levantaba por ello, lloraba por ello, disfrutaba con ello, y no podía elegir entre su vida y una persona que sólo había pasado por ella. Él sabía que si la convencía para quedarse no sería la misma, porque habría perdido, quizás su única, oportunidad de ser feliz. Se esforzó en no llorar, no quería hacerla sentir culpable, no se lo merecía. Quería verla sonreír por última vez. Sabía que para ella era igual de difícil afrontar lo que estaba pasando, así que miró fijamente a sus ojos mientras le dijo "Jamás te olvidaré" y dicho esto se acercó hasta sus labios que correspondieron a su último beso, su beso de despedida.

ELLA:

Le miró por última vez a los ojos. Esos ojos azules que hicieron que jamás quisiera dejar de mirarle. Era su adiós. No sabía si él la estaría culpando por ello, esperaba que no ya que le había llevado mucho tiempo tomar esa decisión. Esperaba que la entendiera. Era su vida y no podía abandonar su sueño ahora que empezaba a despegar. Si se quedaba se arrepentiría y no podría vivir sabiendo que abandonó su gran oportunidad. Evitó llorar, no quería hacerlo el último día que se iban a ver. Le volvió a mirar a los ojos, se dio cuenta de que lo más difícil que iba a hacer en lo que llevaba de vida era abandonarle. Entonces él se acercó a su oído y le susurró "Jamás te olvidaré" y tras esto se acercó a su boca, lo que la hizo comprender que era verdad. Jamás se olvidarían.